Estaba situado al sur de la villa. Los franceses en la Guerra de la Independencia lo arrasaron. Se construyó al lado de una fuente, llamada Santa, a la que se atribuían propiedades milagrosas. Llegó a alcanzar gran importancia ("maravilla de la diócesis"). Destacaron en él las valiosas pinturas y cuadros de marfil, aunque sobresalió sobre todo por sus azulejos con escenas marianas. Importante también fueron su fachada medio gótica, su pavimentación con piedras negras del Alagón y sus cinco capillas.

En él se enterraron varias generaciones de señores de Galisteo. Sus lápidas mortuorias sirven actualmente de pavimentación al pasillo central de la iglesia galisteña. La imagen de la Virgen de Fuente Santa también se venera en dicha iglesia (fue salvada de la destrucción francesa, así como las lápidas).